La economía circular está implícita en todas las acciones actuales que están impregnadas de un modelo tradicional del que urge adaptarse convocando a todos.
El hiper consumo, los excedentes, los desperdicios y descartes suponen volúmenes, descalces, fallas sistémicas; transformarlo requiere de la empatía social (nadie se salva solo), de la conciencia individual, de la reflexión holística de gran alcance y de la solidaridad. Hacer algo bueno es distinto y siempre mejor que hacer menos daño.
Estamos en un escenario de transición, un punto de inflexión donde el futuro exige desacoplarse de la idea de linealidad al infinito, ilimitado en un mundo por creación único y finito. Revisar nuestros hábitos cotidianos. Optimizar costos desde el origen. Maximizar la re-utilización y la reducción de los desperdicios.
Comenzar a gestar lo nuevo, dar lugar al debate: bienes individualizables vs bienes colectivos, comunes.